Esta soy yo, son mis pensamientos, mis ilusiones, mis sueños en definitiva, os presento mi mundo, que espero que os guste y seáis muy felices en mi pequeño rincón de la fantasía y la magia...

martes, 17 de marzo de 2015

DUELE DEMASIADO


DUELE  DEMASIADO


El camarero me entregó el café con leche templado que le había pedido y me dirigí a la mesa habitual. Me encontraba en la cafetería que está frente a la universidad, cada vez que mi tiempo me lo permitía me acercaba hasta allí, no tanto para recordar los buenos momentos que pasé hace miles de años, como para rodearme de aquel bullicio divertido de la juventud.
El ambiente que se respiraba no lo había encontrado en ningún otro sitio y era una buena manera de pasar mis horas de ocio, que no eran muy abundantes ya que mi tedioso trabajo de oficina ocupaba gran parte de mi vida.
Me sentaba allí a observar y a escuchar a los grupos de jóvenes universitarios mientras tomaba un café. A lo largo del curso lectivo casi podía saludarlos por sus nombres y no pocas veces me dieron ganas de preguntarles como les había ido tal o cual cosa sobre las que les había oído hablar algún día anterior, pero no lo hice nunca.
Había un grupo en concreto que llamaba mi atención, eran tres chicas y cinco chicos.
Los temas sobre los que discutían eran diversos y profundos, cargados de argumentos muy válidos en general, eran unos soñadores y sabían cómo resolver los problemas del hambre en el mundo los de amor del vecino de al lado o los financieros de su barrio. Me hacían sonreír muchas veces.
Hoy llamó mi atención una de las chicas que por lo general iba muy bien arreglada, y siempre se reía con una carcajada muy contagiosa, justo por todo lo contrario, no iba maquillada y muy despeinada. Las ojeras muy pronunciadas y oscuras, como atuendo un chándal que bien podía haberlo llevado puesto durante una semana completa. Me costó reconocerla cuando entró y creo que a sus amigos también les causó la misma impresión, por los comentarios que oí a su llegada.
Se sentó con un café doble bien cargado, acto seguido pidió silencio a sus compañeros y comenzó a hablar casi en susurros, por lo que no pude oír nada, casi me levanto y me siento con ellos pero me contuve. Solo pude oír las protestas de los chicos que no estaban de acuerdo o algo les había molestado de lo que su compañera estaba contando porque comenzaron a recriminar  y casi a ridiculizar lo que había dicho la joven demacrada.
Vi como esta se enfadaba y levantándose de la silla a la vez que daba un sonoro golpe en la mesa y mirándoles desafiante a los ojos a cada uno de ellos les espetaba:
_ No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.!!!!

Todos se quedaron callados, creo que toda la cafetería se quedó en silencio o al menos eso me pareció. Sus amigos se quedaron perplejos y yo tanto como ellos. No articularon palabra alguna mientras veían como recogía  su mochila y su café para sentarse en la mesa que estaba a mi lado. Se acomodó frente a la ventana, sacó su tablet y se puso a escribir.
No era mi intención pasar allí toda mi mañana libre, pero después de aquello, no podía marcharme sin saber que era lo que le estaba pasando a aquella joven.
Pasaron un par de horas en las que tomé otro café, un aperitivo y tres o cuatro cervezas, leí dos periódicos e hice un crucigrama mientras ella escribía sin parar a la vez que la expresión de su cara iba cambiando, si tuviese que explicar la sensación que me estaba produciendo al verla, yo diría que estaba vaciando su vida en aquel escrito, que la iba dejando allí a medida que tecleaba. No podía dejar de mirarla.
De pronto paró de escribir, me miró fijamente a los ojos un instante, de su mochila sacó una botella de agua y la puso en la mesa frente a ella.
Miraba aquel simple objeto con total devoción. La tocó con las yemas de los dedos acariciando suavemente su perfil, como se puede acariciar un rostro, una joya, una obra de arte o un frasco de veneno, como se puede acariciar en una declaración de amor una despedida o la confirmación de algo importante que va a suceder o que ha sucedido.
Suspiró profundamente, se levantó de la silla y con la tablet en una mano y la botella de agua en la otra se dirigió a la mesa de sus compañeros que dejaron la animada charla que sostenían al verla llegar.
Se puso frente a ellos y comenzó a leer lo suficientemente alto como para poder oírla perfectamente, poco a poco todo el mundo en la cafetería se fue callando para escuchar lo que aquella joven que parecía tan cansada les tenía que contar.
Habló de necesitar dinero para seguir estudiando, de un proyecto en un laboratorio, de aprovechar la experiencia para elaborar su tesis de fin de carrera, de los horrores que allí había visto y de las terribles pruebas a las que fue sometida durante el proceso.
Todos escuchábamos boquiabiertos, lo que aquella personita que parecía menguar más y más a medida que iba leyendo su historia, nos quería demostrar.
Había acabado su tesis, fue al decir esto en el único momento en que sonrió, fue una sonrisa amarga, de derrota, no había satisfacción ninguna en ella.
Sus amigos en ese momento asintieron y uno de ellos con tono burlón, a pesar de la situación, dijo:
_ Por fin, te convenciste de que no existen?
Ella le miró fijamente, con una mirada incrédula, no habían entendido nada, no comprendían nada...
Sintió como le fallaban las fuerzas y cada vez le costaba más seguir en pie y no desmayarse  
Abrió la botella del agua, les miró a todos de uno en uno y con un susurro dijo lo que le hubiese gustado gritar y no pudo.
_Existen, existimos, pero duele demasiado..
Levantó el brazo y se echó el agua por encima.
Lo que presenciamos en aquel instante no podremos olvidarlo jamás. 
Aquella desaliñada chica cayó desplomada al suelo, ya que su enorme cola de pez irisada no la sostenía en pie, su rostro se tornó hermoso y lleno de vida. Su hermoso cabello cayó en una cascada de rizos perfectos sobre su torso.
No dábamos crédito a lo que estábamos viendo, era un ser verdaderamente hermoso. Nos miraba con ojos curiosos, estudiando nuestra reacción al verla en lo que se había convertido. Esa mirada se fue tornando en preocupación, fue cuando vi como a los lados del cuello sus branquias luchaban por conseguir el oxígeno  que necesitaba para vivir.
Me miró y negó con la cabeza levemente mientras que con la voz más dulce que jamás he escuchado, cantó una canción mientras su vida se iba apagando a medida que las notas se perdían en el aire, el mismo aire que la estaba matando.
En la mesa su tablet con el relato escrito rato antes con el título enorme en morado:
LAS SIRENAS EXISTEN, YO LO SÉ.

Isabelle Lebais